En Quintana Massages adoramos nuestra ciudad, Santiago de Compostela. De ella ya hemos hablado largo y tendido en nuestro blog con artículos como este juego-cuestionario y contado diversas curiosidades como la de la Sombra del Peregrino o la del faro de la Catedral. Incluso hemos sugerido planes románticos para hacer en pareja en Santiago. Hoy vamos a hablar de otra curiosidad vinculada con la ciudad, la del capador de la Catedral de Santiago, la persona que se encargaba de castrar a los niños para el coro durante la Edad Media.
El capador de la catedral de Santiago
Se conoce como castrati (castrados en voz italiana) a las personas de sexo masculino a las que se les aplicaba una técnica de extirpación de los testículos. En algunas ocasiones, esto se hacía por causas médicas pero, a partir del siglo XVI, en Europa se comenzó a realizar esta técnica en el ámbito musical. El objetivo era que los niños, al crecer, no perdiesen la voz aguda. Para comprender esto, es necesario una breve explicación de fisiología humana.
En el niño, así como ocurre en la mujer, la laringe es pequeña y se ubica dentro del cuello en una posición más alta que en la del hombre adulto. Durante la pubertad, debido a los cambios hormonales, la laringe de los varones se hace más voluminosa y desciende de posición, haciendo que la voz pase a ser más grave. Sin embargo, aquellos a los que se les aplicaba la castración conservaban su voz aguda al bloquear el desarrollo hormonal normal. Esto permitía que estos castrati pudiesen alcanzar notas más agudas, algo muy valioso en los coros eclesiásticos.
La aparición de los primeros castrati tuvo lugar en la Italia del siglo XVI, término que en España era conocido como capones (o caponcillos, en el caso de los niños). El objetivo era citado anteriormente: que los niños conservasen su voz aguda y pudiesen seguir dedicándose a la música. Detrás de esta decisión se encontraban los progenitores, en muchas ocasiones, de familias humildes, bien por afán de lucro para ellos mismos y su familia, bien para asegurarle a sus hijos un futuro. La extirpación la realizaba un barbero cirujano que tenía el cargo de capador.
El capador de Santiago
Uno de los capadores de la catedral de Santiago de Compostela fue Francisco Durán, del cual se puede leer información en un documento del Archivo-Biblioteca de la Catedral de Santiago. En él, se cuenta que “en reunión del 16 de octubre de 1630 se ordenó dar al capador Francisco Durán 30 ducados por la cura que hizo a los mozos de coro”. A continuación ponemos un extracto de ese documento:
En reunión del 16 de octubre de 1630 se ordenó dar al capador Francisco Durán 30 ducados por la cura que hizo a los mozos de coro (IG 564, fols. 325v-326), a los cuales se llama caponcillos en un libro de cuentas del Depósito de Música o de Granada, que era la oficina contable encargada de la gestión administrativa de la capilla de música catedralicia (IG 619, fol. 92).
En reunión del 25 de octubre del mismo año, de acuerdo con el dictamen dado por los capitulares diputados para tratar sobre la enseñanza y sustento de los cuatro muchachos tiples y sobre si convendría sacarlos de la comunidad de los demás mozos de coro y ponerlos en casas de músicos particulares que se encargasen de ellos por haber sido castrados “para mayor serbiçio desta Santa Iglesia”, se ordenó poner a Antonio de Salinas e Ignacio González de Picaños, hijo de Picaños, en casa de Lázaro de Landíbar y a Domingos Suárez y Lázaro de Soto en casa del racionero Azcona y que se hiciese asiento al respecto con sus padres. Cada uno de estos tiples debía acudir al servicio del coro como los demás mozos de coro y a las lecciones y ejercicios que el maestro de capilla estaba obligado a impartir en la catedral, recibiendo cada uno “un bestido entero, ferreruelo, ropilla, calzón de un paño bueno de mezcla y jubón de barbasí estofado, medias y sombrero y los çapatos ordinarios, camisas y cuellos” para mudarse, así como “una cama de macera con gergón, colchón, dos sábanas y dos mantas” cada dos tiples, además de once cuartos de ración diaria cada uno para alimentos, así como media libra de carnero y media libra de vaca diarios, una voz de vino a cada comida y cena, cuatro cuartos para pan de trigo y lo demás para almuerzo y merienda, todo a cargo de la media prebenda destinada los mozos de coro (IG 564, fols. 328v-329v). Los dos músicos particulares, Landíbar y Azcona, recibieron por mitad por su cuidado y sustento 1.884 reales y 8 maravedís en el año y frutos de 1631, según el citado libro de cuentas (IG 619, fol. 91). Estos tiples acólitos pidieron con éxito, según reunión del 7 de mayo de 1631, sombreros y las “Artes de Antonio” para estudiar.
(Los castrati en la catedral compostelana. Galicia Histórica. Hoja de historia y documentos compostelanos Año 3. Nº 22. Mayo, 2018)
Aunque en paralelo a estos capones también había adultos sin castrar llamados falsetistas que eran capaces de alcanzar el agudo de los castrati (la voz que emiten se llama de contratenores”) esta práctica se dio hasta el siglo XIX, momento en el que comenzó a ilegalizarse. La razón es obvia: este proceso de castración, aunque es cierto que abría las puertas laborales a los niños y futuros hombres, provocaba numerosos problemas derivados de la alteración hormonal o del propio proceso quirúrgico (para evitar el dolor, se utilizaba en ocasiones opio o algún otro narcótico, lo cual provocaba la muerte al aplicar una dosis letal).
Con la desaparición de la castración y de los músicos castrati (el último de todos fue el cantante Alessandro Moreschi, fallecido en 1922), los falsetistas o contratenores tomaron todo el protagonismo en los coros musicales. En la actualidad, muchos cantantes de estilos como el pop o el rock son conocidos por sus voces agudas de contratenores (como el caso de Brian Johnson de ACDC o Matt Bellamy de Muse, por poner dos ejemplos).
Masajes en Santiago
Esperamos que esta historia sobre el capador de la catedral de Santiago haya sido interesante. Tan solo nos queda recordaros que, si llegáis a Santiago (o vivís en él) y sentís algún síntoma de sobrecarga, no dudéis en acudir a nuestra sede, en la Plaza de la Quintana. Podéis acceder a nuestra hoja de reservas y servicios en este enlace.
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