Después del Camino de Santiago: consejos y precauciones tras la peregrinación

Kilómetros de polvo, sonrisa y barro. Agujetas bañadas en sudor, agua y alguna que otra Estrella Galicia. Y al final de todo, el Obradoiro: el alivio, el lugar donde los dolores, el cansancio, la fatiga desaparecen de un plumazo.

Ese es el curioso poder que tiene la Catedral de Santiago para todos los que peregrinan hasta sus puertas. Pero ojo, su efecto es transitorio. Una vez paseada la ciudad del Apóstol y recuperadas las fuerzas a base de ribeiro, cerveza y marisco, de vuelta en el lugar de origen, lo ocurrido durante el camino puede pasarnos factura.

En este artículo, desde el equipo de Quintana Massages, queremos dar algunos consejos prácticos para ese momento de regreso, después de hacer el Camino de Santiago, con el objetivo de que la peregrinación no deje ninguna secuela.

Consejos y precauciones después del Camino de Santiago

Cuando se hace el Camino de Santiago ocurre, más o menos, la siguiente secuencia (no en todas las personas, pero sí en un buen porcentaje de gente):

  • Empezamos el camino. Estamos felices y optimistas viendo vacas, prados y hórreos y sellando a diestro y siniestro nuestra credencial del peregrino.
  • Tras los dos primeros días de caminata aparecen algunos síntomas de sobrecarga (contractura muscular, alguna que otra ampolla…). En general, no nos preocupamos, los síntomas son leves y no nos afectan mucho (en ese caso, habría sido de gran utilidad haber leído estos consejos para preparar el Camino de Santiago),
  • Continuamos la peregrinación y, aparte de los síntomas de sobrecarga que ya teníamos, comenzamos a sentir molestias en otras zonas del cuerpo: rodillas, tobillos, planta del pie, trapecios… Nos preocupamos un poquillo (algunos más que otros) pero, en general, intentamos seguir, a ver si se pasa.
  • Seguimos caminando. Los hórreos siguen pareciéndonos bonitos pero ahora no los disfrutamos tanto porque hay un dolor distinto, que nos limita (en las subidas, o en las bajadas, o al apoyar el pie de una forma concreta…) y nos hace estar preocupados.
  • Dependiendo del tipo de lesión, esta aumentará de síntomas. Si aún nos queda bastante hasta Santiago, visto el panorama, acudimos a un terapeuta en algún pueblo de la ruta; si queda poco, apuramos e intentamos llegar.
  • Llegamos a Santiago: el Obradoiro y la Catedral obran su milagro transitorio y, junto con el reposo, el pulpo (y, en algunos casos, un masaje en Quintana Massages), los síntomas se vuelven más leves, casi soportables.
  • Regresamos a nuestro lugar de origen con ese pequeño síntoma. “Ya se irá”, pensamos.
  • Retomamos nuestro día a día y, dependiendo del tipo de trabajo que desempeñemos, pueden pasar dos cosas:
    1. Si es un trabajo sedentario, apenas notaremos el síntoma, tan solo cuando no estemos en nuestro puesto, quizá yendo a comprar o realizando alguna actividad de ocio. Como es leve y no caminamos mucho tiempo, lo dejamos pasar, conformándonos con reducir esas actividades de ocio: ERROR
    2. Si es un trabajo activo, el síntoma lo notaremos con cada gesto laboral que hagamos. Intentaremos forzar a ver si se pasa, porque la cosa no está como para pedirse una baja: ERROR

Esta secuencia solo quiere evidenciar un factor: que cuando volvemos a nuestro lugar de origen, tendemos a “olvidar” que nos hemos provocado una lesión y extendemos el problema durante semanas sin hacer nada para solucionarlo, bien porque los síntomas no son muy limitantes, bien porque hacemos «el bruto» y tiramos para adelante sin importar las consecuencias.

Ambos casos pueden hacer que la lesión se convierta en algo muy problemático, que incluso se cronifique y nos genere nuevas lesiones en otras zonas. Este artículo está centrado en evidenciar este problema: saber qué lesiones necesitarán atención después de hacer el Camino de Santiago.

Lesiones a tener en cuenta tras realizar la peregrinación a Santiago

En un artículo anterior, el de las lesiones del Camino de Santiago más habituales, ya explicamos que  las zonas más machacadas por la caminata son pies, rodillas y espalda.

Lesiones camino santiago rodilla

Bastantes de estas afecciones mejoran al llegar a Santiago. Esto se debe a que la actividad que nos lesionó (caminar durante horas) ha desaparecido y lo que prima es el reposo (que es el principal aliado para recuperar una lesión). Pero eso no significa que nos hayamos recuperado, simplemente, los síntomas han bajado de intensidad.

Por regla general, toda lesión provocada durante el camino que implique al músculo de forma leve (contractura), suele mejorar por completo con reposo y tratamiento manual inmediato. Lesiones como ampollas también mejoran de forma espontánea siempre y cuando se las trate como es debido (aquí contamos todo sobre las ampollas en el Camino de Santiago).

Sin embargo, cuando entramos en el campo de los tendones y los ligamentos, aquí la cosa se complica, porque son estructuras más sensibles, vulnerables y, sobre todo, lentas en su evolución.

A grandes rasgos, las lesiones más frecuentes que hay que tener más en cuenta después de hacer el Camino de Santiago son:

  • En el pie: fascitis plantar y metatarsalgias:
  • En tobillo: esguince de ligamentos (lateral externo es el más habitual), tendinitis de Aquiles y tendinitis de peroneos.
  • Lesiones en rodilla: condromalacia rotuliana y las tendinitis rotuliana y de la pata de ganso.

Recalco que son las más frecuentes, lo cual no quita que haya otras menos habituales que puedan perdurar (por ejemplo, una tendinitis del tibial anterior en el pie o un quiste de Baker o una tendinitis de la cintilla iliotibial, ambas en la rodilla). Sin embargo, como estas son las que acumulan más probabilidad, hemos considerado lo más conveniente ceñirnos a ellas y a sus síntomas.

Lesiones en el pie:

Lesiones camino de Santiago pie fascitis

En el pie, la fascitis y plantar y la metatarsalgia se producen por un stress en las estructuras que amortiguan el impacto del pie sobre el suelo. Sus síntomas son: dolor en el arco del pie (más cerca del talón) en el caso de la fascitis plantar y dolor en la zona de la planta más cercana al comienzo de los dedos (la cabeza de los metatarsianos) en el caso de la metatarsalgia. Ambos problemas pueden llegar a ser MUY limitantes y problemáticos si se dejan de lado sin tratamiento. Este debe ser llevado a cabo por un fisioterapeuta, en combinación con un podólogo.

Lesiones en el tobillo

En el tobillo, el esguince es, quizá, la lesión más conocida. Como se produce tras un traumatismo (caída, torcedura) suele recibir tratamiento inmediato, al menos durante la fase aguda, porque obliga a la visita de urgencia a un profesional sanitario. Este tratamiento (por parte de un fisioterapeuta) debe continuar en las fases siguientes para hacer que el ligamento recupere su estado normal.

En cuanto a las tendinitis de Aquiles y peroneos, en este extenso artículo ya explicamos todo lo que hay que hacer para tratar y curar este tipo de problemas, pero es importante decir que un tendón afectado que no se trata puede derivar a problemas bastante graves (que pueden llegar a la calcificación e incluso a la rotura parcial o total del mismo, dependiendo del estrés al que se le someta).

Lesiones en la rodilla

Las lesiones en rodilla son, posiblemente, las más habituales en todo peregrino. Esto se debe a que es una articulación muy frágil, con muchas estructuras sensibles y susceptibles de irritarse (múltiples ligamentos, tendones, meniscos, rótula…). En este artículo ya explicamos cómo diferenciar (y tratar) los dolores en la rodilla dependiendo de la estructura lesionada pero, como dije al principio, las lesiones más frecuentes son la condromalacia rotuliana (cuyo dolor se nota en la rótula, sobre todo en la bajada de cuestas y escaleras) y las tendinitis del rotuliano (cuyo dolor se nota en el tendón rotuliano, por debajo de la rótula) y la pata de ganso (su dolor se nota en la zona interna de la rodilla).

En este reel de nuestro canal de Instagram podéis ver algunas técnicas para auto-tratar la condromalacia:

 

 
 
 
 
 
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En los tres casos resulta vital el tratamiento de la lesión por parte de un terapeuta, ya que pueden degenerar en problemas más severos.

La peregrinación a Santiago es una experiencia maravillosa, pero es un estrés físico para nuestro organismo que, en algunos casos, puede provocar lesiones como las mencionadas. Esas lesiones, por leve que parezcan, siempre hay que tratarlas, tanto durante el Camino, como al final del Camino, al llegar a Santiago y al volver al lugar de origen.

Desde Quintana Massages esperamos que estos consejos  hayan sido útiles. Tan solo nos queda recordar que, si estás por Santiago y tienes algún síntoma de sobrecarga, no dudes en acudir a nuestro centro, en la Plaza de la Quintana. Puedes acceder a nuestra hoja de reservas y servicios en este enlace.

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Autor: Dani Keral
Fisioterapeuta, blogger de viaje, fotógrafo y redactor en medios como Condé Nast Traveler, Yorokobu, Viaje con Escalas y Revista Salvaje. Creador, guionista y locutor del podcast El Vuelo Sonoro de Radio Viajera. Culo inquieto.

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